miércoles, 17 de febrero de 2010

El falso mito del azúcar

EL FALSO MITO DEL AZÚCAR
Todo lo que necesitas saber sobre el azúcar


En las últimas décadas, la gran confusión pública sobre el azúcar refinado, es decir, la sacarosa, es el lenguaje. Como en tantos otros temas, los términos se mezclan de tal forma que cuando se habla de libertad, justicia y democracia nos preguntamos si realmente se está hablando de libertad, justicia y democracia o de todo lo contrario.

Lo mismo sucede con la palabra carbohidrato, que desde un punto de vista químico significa una sustancia que contiene carbono con oxígeno e hidrógeno.

Utilizar los mismos términos para describir tanto a los cereales naturales e integrales (que han sido uno de los alimentos básicos de la Humanidad durante miles de años) como al azúcar refinada (que es una droga moderna fabricada y un veneno para la Humanidad) es, cuando menos, un engaño. Eso sí, muy bien camuflado, ya que en esos rótulos, en esa publicidad y en ese lenguaje, no se está explicando la diferencia que existe entre un verdadero carbohidrato y un azúcar refinado. La confusión se hace más y más grande cuando se emplea la palabra azúcar para describir un grupo entero de sustancias que no son idénticas, aunque tengan alguna semejanza.

La glucosa es un azúcar que se encuentra con otros azúcares en frutas y verduras. Es un material clave en el metabolismo de plantas y animales. Muchos de los alimentos principales se convierten en glucosa dentro del cuerpo, es un elemento esencial para la sangre y para todo el organismo, absolutamente necesaria para órganos tan importantes como el cerebro, para el buen funcionamiento del sistema muscular, etc, etc.

Hasta aquí, decir que necesitamos mucha glucosa es, naturalmente, cierto y todos estamos de acuerdo en ello. El problema serio comienza cuando se usa el término azúcar para describir dos sustancias tan diferentes como la glucosa y la sacarosa, y así se las mete en el mismo saco. Tienen diferentes estructuras químicas y afectan al cuerpo y sus procesos de forma profundamente diferente. Esto crea una enorme confusión. Cuando se habla de la glucosa como componente esencial para el cuerpo humano, de cómo se oxida para dar energía y cómo se metaboliza para producir calor, etc.; se está hablando de la glucosa - que el propio cuerpo fabrica - aunque se dice de tal forma que parece que se está hablando de la sacarosa que se compra en el supermercado.

Así, la palabra azúcar puede significar tanto la glucosa de la sangre como la sacarosa de la coca-cola, hemos caído en la trampa de creer que nuestro cuerpo es como nuestra cuenta bancaria; si hay insuficiencia de glucosa en la sangre ¡no hay problema!, el caramelo, el refresco o el pastel lo arreglarán. Lo cierto es que nada está más lejos de solucionarlo.

El azúcar refinado aporta lo que los especialistas en nutrición llamamos calorías vacías, pero eso no es lo peor, sino que debido a su proceso digestivo extrae cantidad de preciosos minerales y vitaminas del organismo. El cuerpo busca constantemente el equilibrio y tiene muchas y diferentes formas de contrarrestar el efecto que produce el azúcar refinado.

Su consumo va creando una condición excesivamente ácida en el cuerpo, con un gasto extraordinario de oxígeno para su digestión. La sangre para restablecer el factor ácido-alcalino necesita minerales que extraerá de los huesos y de los dientes. No sólo calcio, sino también sodio, potasio y magnesio principalmente son movilizados para una transmutación química que devolverá a la sangre su PH natural. A la larga el azúcar refinado afecta a todos los órganos del cuerpo.

Al principio se almacena en el hígado en forma de glucógeno; como la capacidad de este órgano es limitada, si añadimos a la glucosa que ingerimos en los alimentos - cereales, verduras y frutas - el uso diario del azúcar refinado, el hígado acabará saturándose y entonces el glucógeno regresará a la sangre en forma de ácidos grasos y se irán almacenando en las zonas menos "activas" como el vientre, las nalgas, los muslos y las mamas. A continuación llegarán a los órganos vitales tales como el corazón y los riñones, donde se producirá una alteración en sus funciones, ya que dichas grasas invadirán sus tejidos. El cuerpo entero queda afectado así, y dispuesto para producir fácilmente los síntomas tan temidos y "tan de moda" como son el colesterol, la presión arterial, la obesidad, y ya veremos su influencia en la hipoglucemia y en la diabetes.

El azúcar refinado, a diferencia de la remolacha o la caña, carece de minerales naturales. La ingesta de este "raro alimento" moderno afecta al sistema nervioso parasimpático y a los sistemas, órganos y funciones que gobierna. Así son invadidos los sistemas circulatorios sanguíneo y linfático, alterando los glóbulos rojos y favoreciendo una formación excesiva de glóbulos blancos.

El sistema inmunológico disminuye su poder de autodefensa e impide reaccionar rápida y eficazmente contra los ataques externos tales como frío, calor, microbios o virus.

El azúcar refinado también tiene un efecto muy adverso sobre las funciones cerebrales. Una de las claves de un funcionamiento ordenado en el cerebro es el ácido glutámico, que es un compuesto vital que se encuentra en muchas verduras. De la división del ácido glutámico en compuestos antagónico-complementarios depende un "orden" de proceder adecuado a nivel cerebral. En la correcta división de este ácido juegan un papel importantísimo las vitaminas del grupo B, que son metabolizadas por bacterias simbióticas en los intestinos. Cuando se toma azúcar refinado estas bacterias mueren y disminuye la reserva de vitamina B, causando adormecimiento, pérdida de memoria, de capacidad para el cálculo y la organización.

En una persona sana, el nivel de glucosa en la sangre se mantiene por la interacción de la insulina, las hormonas corticales y el ACTH de la hipófisis, Pero en un organismo de pobre funcionamiento, las oscilaciones pueden ser mucho mayores, y sabemos que esto implica un enorme riesgo ya que el nivel de glucosa en sangre es uno de los niveles que el cuerpo vigila con "gran interés" ya que le va la vida en ello.

Si la insulina suministrada por el páncreas es excesiva, demasiada glucosa será convertida en glucógeno y el nivel de glucosa en sangre descenderá y permanecerá bajo. Esta condición se conoce por hipoglucemia y es el primer síntoma que alerta del peligro que aparecerá más tarde. Esta sobre estimulación del páncreas es causada por el consumo excesivo de azúcares simples como la sacarosa refinada, miel e indirectamente algunas drogas.

Michio Kushi, el Padre de la macrobiótica en Óccidente afirma que actualmente el 80% de la población sufre de hipoglucemia y denuncia un tipo de dieta excesivamente rica en azúcares y harinas refinadas como principal culpable de la diabetes.

De la misma manera, la doctora Sherry A. Rogers afirma que debido a los errores y falsos mitos de la nutrición moderna la población, en estos momentos, es pre-diabética.

Por otra parte, si el suministro de insulina no es adecuado, el hígado no puede transformar el exceso de glucosa en glucógeno. Esto es la diabetes; el siguiente paso en la enfermedad, es el momento en que el páncreas se cansa de producir insulina para neutralizar "alimentos" como azúcares simples, miel o drogas, entonces un exceso de azúcar comienza a acumularse en sangre.

Repasando el proceso: una estimulación excesiva del páncreas por exceso de azúcar, miel, etc. lleva a la hipoglucemia: bajo nivel de glucosa sanguínea, luego a la diabetes: alto nivel de glucosa en sangre.

Entendiendo el proceso en profundidad, nos damos cuenta que son dos síntomas aparentemente opuestos, pero que comparten la misma raíz. Por esta razón sigue siendo verdaderamente un contrasentido que a una persona diagnosticada con el término "insuficiencia de azúcar en la sangre" se le recomiende tomar dulces o caramelos. Esto no hace más que empeorar los síntomas, es como añadir más leña al fuego y facilitar la aparición posterior de problemas mas serios.

El verdadero tratamiento consiste en poner una dieta realmente equilibrada, rica en cereales integrales, verduras dulces como la calabaza y la zanahoria y algo de legumbre (especialmente el "azuki") y suprimir el azúcar y la harina refinada.

Una receta simple, muy eficaz y rápida es (al mismo tiempo que se suprime el azúcar refinado) "caldo de verduras dulces" es la mejor forma de equilibrar de una manera natural la glucosa en sangre.

Receta: 1 medida de verduras picadas por 5 de agua. Se pone a cocer en agua fría con tres granos de sal marina, calabaza, zanahoria, cebolla y col. Al hervir se baja a fuego bajo y se deja durante 20 0 25 minutos. Luego se cuela el caldo y se toman dos vasos diarios durante 10 días, después 2 0 3 veces por semana, mientras persistan los síntomas. El caldo debe tomarse caliente o tibio.

Aunque este remedio es de gran ayuda, lo importante es comenzar con una dieta rica en carbohidratos complejos como los que aportan los cereales integrales y verduras ricas en glucosas lentas de buena calidad que acabarán equilibrando ese eje hígado-páncreas-adrenales, vital para la salud, la vitalidad y el bienestar.

De la misma forma este tipo de dieta se puede considerar ideal para una persona diabética, aunque, desde algunos sectores puede considerarse errónea, ya que se "sabe" que los carbohidratos tienden a descomponerse en azúcares simples durante la digestión.

En este caso invito a prestar atención a la enorme "distancia" que hay entre el carbohidrato obtenido de un cereal integral y "lo" que obtenemos de la patata, el pan blanco, el cereal refinado o el azúcar, y sus efectos sobre la digestión y la sangre.

Prueba de ello es la cantidad de personas diabéticas que con una dieta rica en cereales integrales y verduras han bajado su dependencia de la insulina a mínimos significativos, ganando muchísimo en calidad de vida.

Si realmente estamos interesados en tener una vida más sana, no podemos ignorar la importancia que tiene la comida en este planteamiento. La calidad de nuestra sangre depende de lo que comemos; no sólo hay que cuidar los nutrientes, sino su procedencia, y por supuesto, su cantidad.



Mª Rosa Casal
Directora de "Escuela de Vida"
Naturópata y Consultora en Nutrición

1 comentario:

Mauro Altair dijo...

No cabe duda que el azúcar es un veneno porque no aporta nada a nivel nutritivo y para colmo roba nutrientes que necesitamos. Sin embargo debemos ir más lejos: Este producto es tan refinado que de vegetal sólo le queda el origen y se convierte en un alcaloide, un agente químico. Dicho de otra manera, el azúcar es una droga que engancha a la inmensa mayoría de las personas desde la niñez, y cada vez se encuentra en más productos como por ejemplo el jamón de York, los espárragos envasados, los pimientos de piquillo, los zumos de frutas, la mayonesa, el ketchup y un sin número de productos de supermercado. Mención aparte merecen los alimentos destinados a la nutrición infantil. Por definición, un producto para niños con azúcar es un gancho comercial sin ningún tipo de escrúpulo. No es posible pretender una sociedad sana mientras se use este potente edulcorante adictivo en la dieta de las personas. Tomemos conciencia de ello.